ENSAYO
UNA PROPUESTA PARA EL GOBIERNO PROVINCIAL
JAVIER HABIB
(Bibliotex - Tucumán)

El libro Una propuesta para el gobierno provincial: pragmatismo político, derecho liberal y filosofía aristotélica (Bibliotex, 2025, 157 págs.), de Javier Habib, se lee, ante todo, como un ensayo de filosofía política. No porque sea un tratado abstracto, sino porque reflexiona sobre los principios que deberían orientar a ciertas instituciones de gobierno, con una clara vocación normativa: mejorarlas.

Se trata de un texto erudito, en el que conviven derecho, sociología, pedagogía y ética. Pero su núcleo es un argumento sobre el papel de las instituciones en la formación de la  polis, es decir, de la comunidad gobernada. En este caso, Tucumán.

No es un ensayo nostálgico ni resentido, como tantos otros escritos por tucumanos sobre nuestro pasado y presente, sino analítico y orientado a lo que se puede hacer para estar mejor.

El punto de partida que describe Habib es conocido: la llegada al poder de un gobierno nacional que propone implementar un liberalismo económico, el de Javier Milei. Algunos aprueban esa agenda, otros no, pero lo cierto es que el presidente la está llevando adelante. Para el autor, ese liberalismo no es una novedad, sino un retorno a las ideas fundacionales de la Argentina: un Estado que protege vida, libertad y propiedad, pero deja que los individuos se procuren sus propios medios con la menor cantidad de obstáculos.

Sobre esa base, Habib formula la pregunta central: ¿qué pueden hacer las provincias en un contexto de liberalización económica? Su respuesta es el aporte más original del libro: el liberalismo requiere condiciones materiales -y, sobre todo, humanas- para funcionar. Es decir, necesita individuos capaces de vivir y actuar según los valores que ese orden económico presupone: trabajar, emprender, arriesgarse, fracasar y volver a intentar.

Para el autor, esto es ante todo una cuestión educativa. Una moral liberal se aprende: en las aulas, en el ejemplo, en el trabajo. Así lo mostraron varios pensadores del siglo XIX, cuando el liberalismo se expandía en Occidente. Uno de los hallazgos más estimulantes del libro es el rescate de Samuel Smiles, autor de Self-Help, quien promovía valores como esfuerzo, austeridad y autosuperación como fundamentos del éxito individual y colectivo. Para Smiles, el progreso nace del esfuerzo personal, no de un Estado paternalista que, al intervenir demasiado, termina socavando la iniciativa de los ciudadanos.

A Smiles lo acompañan en estas páginas liberales como Kant y Tocqueville, quienes también subrayaron la necesidad de un espíritu laborioso e independiente. Y no falta la figura de Alberdi, quien imaginó una Argentina poblada por inmigrantes con esa ética del trabajo, convencido de que su ejemplo educaría al resto.

De ahí la propuesta concreta de Habib: las provincias deben completar la tarea del liberalismo nacional con su componente humano. Si el Estado nacional abre mercados y desregula, los gobiernos provinciales deberían concentrarse en formar ciudadanos con la virtud cívica necesaria para prosperar en ese marco. Tucumán tiene allí una oportunidad: educar para un mundo más competitivo y exigente, en vez de lamentarse por su rezago.

Para eso, en una tradición no libertaria, el autor defiende el rol esencial de la educación pública en esta formación. El liberalismo, advierte, no es una maquinaria que funciona sola, sino una práctica diaria de hombres y mujeres que se esfuerzan por prosperar con virtudes que se cultivan.

El mérito del libro está en recordarnos que el liberalismo no consiste solo en desregular leyes y firmar decretos. Requiere personas preparadas para asumir esa libertad. En tiempos de ideologización y enfrentamiento, la propuesta de Habib nos invita a una reflexión práctica: si el liberalismo vuelve a instalarse, ¿qué haremos nosotros para estar a la altura? Acá hay una respuesta.

© LA GACETA

Manuel M. Novillo